La riada de 1962

A principios de noviembre de 1962, unas lluvias torrenciales golpearon con inusitada violencia el Baix Llobregat. Aquel mismo año, en septiembre, las riadas del Vallès habían provocado 700 muertos en Terrassa, Rubí, Sabadell y alrededores.

En Gavà no hubo que lamentar pérdidas humanas, pero los torrentes Bergelit y Calamot fueron las zonas más afectadas. La fuerza del agua arrastró todo lo que encontró a su paso.

Las personas de procedencia humilde que habían llegado a Gavà se habían instalado en las cuevas de aquellas rieras y habían construido precarias chabolas. La fuerza del agua se lo llevó todo y perdieron lo poco que tenían. Y se vieron obligados a desalojar la zona para evitar morir ahogados.

El barrio de Santa Teresa, el más próximo a la zona de la catástrofe, se solidarizó desde un primer momento con aquellos que hasta entonces habían vivido en aquel espacio de pobreza. Les facilitaron asilo y alimentos calientes.

Días más tarde, el alcalde Josep Lluch y otras autoridades visitaron la zona para evaluar la magnitud de la tragedia. El panorama era desolador. El agua se había llevado parte de las míseras edificaciones que, aunque de condiciones infrahumanas, eran el único techo de aquella gente.

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